sábado, 1 de marzo de 2008

Como gatos ...


En la ventana, nuevamente, encuentra su mirada displicente, tan sobria y dulce a la vez.
La mira para ver si lo deja entrar. Ya sabe su rutina, sale de la ducha, da unas vueltas en la casa, busca una taza de café y abre la ventana para que pueda entrar el frescor de la mañana junto con su visita siempre esperada... Él la sigue, mientras se pasea por el dormitorio buscando lo que nunca encuentra y, como a el le gusta eso, ronda por sus piernas para sentir las pequeñas gotas de agua que caen lentamente desde su cuerpo. Ella lo siente y le gusta el roce de su armoniosa figura. Por su parte, él admira sus detalles desnudos a la vista, robando cada paso de sus fríos pies.
Mientras las horas se las come el tiempo y la mañana se vuelve cada vez más tibia, ella se recuesta en la cama, tratando de pensar algo importante que sabe que olvidó. Él sube a su lecho a contemplar la imagen tranquila y volátil que se recuesta a su lado, desea sentirla más cerca y comienza a acariciarla desde sus hombros, bajando lentamente hasta sus tobillos. En ese momento, ella recuerda que esos bellos ojos grises, la hacen sentir cada día más viva. Cada vez que lo siente se endulzan sus labios, como vainilla en primavera.
Él no la mira y se mueve cadenciosamente a sus muslos, con la suavidad de su piel en sus labios sobre el terso cuerpo inmóvil. Ella se apoya en la almohada para poder verlo venir, siente como sus garras, al caminar sobre ella, le hacen cosquillas, mientras avanza hacia su pecho; Con su rasposa lengua, abre caminos de agua, y acelera la respiración cada vez más …Los instantes se detienen y el vacío se apodera de la habitación...Llega a su frente, como fuego de salamandra ahogada. La mira apaciblemente, esperando algo que había prometido. Ella se acerca para encontrar su nariz y siente como el calor envuelve sus sentidos.
Ella lo acaricia como todas las mañanas. Su pelaje suave y blanco como nubes de Abril, lo acuesta en su pecho para sentir el vibrato de su ronroneo, a la vez que sus bigotes rozan su alma. Ella canta para hacerlo dormir, lo había prometido la última vez. Él se acerca a su rostro, mientras ella muerde suavemente su oreja. Lo toma entre su brazos mientras el la rodea con su exquisita cola gris.
Ellos se sientan en el marco de la ventana, para ver el mundo pasar… Para ver cuando el sol se fuma con leche, mientras su oscilante canción los duerme hasta el atardecer.

para Hecherrod