viernes, 29 de agosto de 2008

Cenizas


Hoy me pinte la risa
quebré el tazón de mi madre
y nací para cortar las flores
de un funeral

Hoy me fumo los atardeceres
con pipas de soles
y fuego de plegarias dormidas

Hoy el libro se hace de tierra
el árbol se envuelve en poemas
mientras el hijo llora al cenicero

Hoy las esdrújulas se comen con sal,
el café se humedece en los nubes
y en mi cielo se acaban las estrellas…

Hoy nací para cortar las flores de mi funeral
Para criar el agua gris de espejismos cromáticos
Y esperar la agónica visita donde termina el horizonte.

sábado, 1 de marzo de 2008

Como gatos ...


En la ventana, nuevamente, encuentra su mirada displicente, tan sobria y dulce a la vez.
La mira para ver si lo deja entrar. Ya sabe su rutina, sale de la ducha, da unas vueltas en la casa, busca una taza de café y abre la ventana para que pueda entrar el frescor de la mañana junto con su visita siempre esperada... Él la sigue, mientras se pasea por el dormitorio buscando lo que nunca encuentra y, como a el le gusta eso, ronda por sus piernas para sentir las pequeñas gotas de agua que caen lentamente desde su cuerpo. Ella lo siente y le gusta el roce de su armoniosa figura. Por su parte, él admira sus detalles desnudos a la vista, robando cada paso de sus fríos pies.
Mientras las horas se las come el tiempo y la mañana se vuelve cada vez más tibia, ella se recuesta en la cama, tratando de pensar algo importante que sabe que olvidó. Él sube a su lecho a contemplar la imagen tranquila y volátil que se recuesta a su lado, desea sentirla más cerca y comienza a acariciarla desde sus hombros, bajando lentamente hasta sus tobillos. En ese momento, ella recuerda que esos bellos ojos grises, la hacen sentir cada día más viva. Cada vez que lo siente se endulzan sus labios, como vainilla en primavera.
Él no la mira y se mueve cadenciosamente a sus muslos, con la suavidad de su piel en sus labios sobre el terso cuerpo inmóvil. Ella se apoya en la almohada para poder verlo venir, siente como sus garras, al caminar sobre ella, le hacen cosquillas, mientras avanza hacia su pecho; Con su rasposa lengua, abre caminos de agua, y acelera la respiración cada vez más …Los instantes se detienen y el vacío se apodera de la habitación...Llega a su frente, como fuego de salamandra ahogada. La mira apaciblemente, esperando algo que había prometido. Ella se acerca para encontrar su nariz y siente como el calor envuelve sus sentidos.
Ella lo acaricia como todas las mañanas. Su pelaje suave y blanco como nubes de Abril, lo acuesta en su pecho para sentir el vibrato de su ronroneo, a la vez que sus bigotes rozan su alma. Ella canta para hacerlo dormir, lo había prometido la última vez. Él se acerca a su rostro, mientras ella muerde suavemente su oreja. Lo toma entre su brazos mientras el la rodea con su exquisita cola gris.
Ellos se sientan en el marco de la ventana, para ver el mundo pasar… Para ver cuando el sol se fuma con leche, mientras su oscilante canción los duerme hasta el atardecer.

para Hecherrod

martes, 12 de febrero de 2008

Mi soplo de vida


Su armonía de violines canta todas las mañanas
su clemencia al sol naciente, ruega vida de colores
sinfonía de girasoles danzan en tus manos como leche tibia
y su alegría de primavera , vuela suave sin sentir.

Ser de viento y cabellos miel
tan dócil como una doncella,
con mirada de agua clara
y ojos de caramelo girando en el carrusel

Naces como el fuego un día de otoño
duermes con la luna sin doblar tu quietud.
y mi hermosa quiebra el llanto
de las sombras sin virtud.

juega, ríe, canta y salta
que tú, mi esperanza
sigues viviendo

y eres mi luz .


a mi dulce niña que el 9 de Febrero cumple 4 años
Aeris Esperanza Berríos.

antes de 0


Y si solo el contar hacia atrás solucionara las cosas
Empecemos... 10,9,8,7...
No siento algún dolor por lo que encuentro y no me ve
Mi vida y tu esperanza
Y como caminas? te pregunto .
Cómo siente el gato el temblor de la mañana en tu cama ?
¿Cómo vistes a los árboles de otoño con tus ojos opacos ?
Y si seguimos... 6,5,4...
Aún no termina ese ronquido en mis oídos,
como lapidas durmiendo a sus hijos.

Tu vida, mi creación

Y si el viento fuera suficiente para cambiar mi tiempo...
ya no tendrías sentido tu propia cuidad vertical

Y ya no queda más... 3, 2,1...
Hoy no sueñas conmigo, solo queda el recuerdo que muerde tu almohada
Tu manera de ver la vida era tan bella...
ahora solo vez lo que queda de su lúgubre poesía.
La inocencia se perdió en tus brazos, en el cigarro mal prendido, en el aroma de tu otoño
O en el simple 0 que nadie nombra.

Réquiem de un verso


Desde la aurora renacen los colores marchitos con lazos de orquídeas y melodía de otoño. La marioneta busca el vaivén de su mediocre imaginación con silabas sin eco aparente. Su espacio se viste de cebra para pintar sus ojos grises, toma la mano de la sombra y juegan a quebrar llantos.
Lo onírico de su cuerpo comienza en su mudo diccionario y termina con sus pies de tiza. En su destino se ocultan acordes en telarañas, cemento sin rostros y sus plegarías de cadáveres impúdicos; obligando así a parir ángeles caídos, perdidos en su frío infierno sin cordura ni orgullo.

Semblante violáceo, templanza percudida... devoción sobre su altar vacío, sin migajas de libertad, sagrado ritual solemne e inútil. Las cenizas de futuros metálicos con martillos de bronce y espejos sobre su frente, marcan el compás de su acuario de papel.
Camina sin avanzar, parapléjicas piezas te sostienen, no encajan... ya lo sabes.
Su canto mantiene estoica a la ilusa locura de tabaco y anís. Sobre su abismo la paciencia termina en lamento.
Raíces secas comiendo agujeros de memoria, cicatrices sangrantes buscando consuelo.
El segundo sol compasivo y enmarañado de cuentos infantiles, busca el cansancio como respuesta, en un caos que nadie quiere escuchar.
El ciego flagela su esperanza en el cielo paralizado, ahogando ejércitos de miseria en su rapsodia magistral.

Atardecer invertido, sobrias miradas se extienden a su centro, viola su tiempo como la lluvia aquieta su espíritu... el balance muerde la estela bajo sus pies fríos y quietos dibujados por otro pincel, su silueta en explosión se vuelve etérea en el umbral.

Oscurece y el silencio atrofia sus sentidos...

Agónicos pasos, sin sombra ni adiós...